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Un mundo en transformación

El ferrocarril: una oportunidad de futuro

2021 ha pasado a la historia como un año de extremos meteorológicos. En agosto se midieron 48,8 °C en Sicilia. Un nuevo récord de calor en Europa, que hasta la fecha había ostentado Atenas con 48 °C desde 1977. Hacia finales de junio, se registraron 49,6 °C en la población canadiense de Lytton. Otro récord, pues jamás se habían medido temperaturas tan altas en Canadá. En todo el mundo nos encontramos con numerosos ejemplos similares.

Sin embargo, no son solo las olas de calor las que actualmente atraen la atención mundial sobre los fenómenos meteorológicos y las correlaciones climáticas subyacentes. Mientras algunas regiones registran temperaturas extremadamente altas y frecuentes sequías, otras son anegadas por las fuertes lluvias.

Si bien estos fenómenos siempre han ocurrido de forma puntual, hay un amplio consenso científico sobre las razones por las que son cada vez más frecuentes y periódicos.

Desde la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX, la humanidad ha logrado grandes avances tecnológicos y sociales. Estos fueron literalmente alimentados por la quema de combustibles fósiles. La invención del motor de combustión a finales del siglo XIX supuso un enorme salto cualitativo en nuestra historia y un impulso hacia la prosperidad, el desarrollo tecnológico y la globalización. Una bendición a corto plazo, que está teniendo unas consecuencias con las que sus inventores no contaban: las emisiones de CO₂ procedentes de la quema de combustibles fósiles contribuyen al cambio climático en nuestro planeta y este, a su vez, provoca un aumento de los episodios meteorológicos extremos.

Mientras que hasta hace unos años el tema de la sostenibilidad era más bien marginal, ahora domina los titulares de muchos países casi a diario. Como es natural, especialmente en las regiones más afectadas por estos episodios extremos la preocupación es grande.

Ante la creciente alarma social, los responsables políticos incluyen este tema cada vez más en su agenda y promueven medidas concretas para afrontarlo, por ejemplo, fijando objetivos climáticos.

En Estados Unidos, el gobierno de Washington ha anunciado el objetivo "Net Zero Emissions" (emisiones netas cero) para 2050, que prevé reducir ya en 2030 las emisiones en más de un 50% respecto a las de 2005.

La Unión Europea también aspira a alcanzar la neutralidad climática con su ambiciosa "Hoja de Ruta 2050", que cuenta con hitos intermedios concretos, como una reducción del 40% en 2030 y del 55% en 2040, ambos tomando como referencia las emisiones de 1990.

Y también en países con un crecimiento económico muy dinámico, como China, aumenta el interés por reducir las emisiones. La República Popular China se ha fijado el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono hasta 2060.

En noviembre de 2021, 197 países negociaron unos objetivos climáticos comunes en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Glasgow y fijaron el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados.

Aunque las medidas concretas se conciban de forma diferente en función de la región, se puede afirmar, sin lugar a dudas, que se están realizando serios esfuerzos políticos en todo el mundo por reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles. Esto se pretende lograr mediante

  • la promoción de las fuentes de energía renovables que ya se conocen en la actualidad,
  • los desarrollos tecnológicos enfocados a crear alternativas a los combustibles fósiles,
  • unas medidas normativas que hagan menos atractivo o incluso prohíban el uso de combustibles fósiles.

Esta evolución repercute en todos los sectores industriales, en el modo de usar la energía en los edificios, en la agricultura y por supuesto también en el transporte de personas y mercancías.

Auswirkungen auf die Eisenbahn

Für die Bahnsysteme haben die ausgerufenen Klimaziele im Kern zwei Auswirkungen:

Einerseits wird immer mehr Personen- und Lastverkehr auf die Schiene verlagert.

Reisende, die die Bahn nutzen, verursachen pro Kilometer signifikant geringere CO₂-Emissionen als solche, die ins Flugzeug oder in private PKWs steigen. Pro Kilometer, den eine Reisende per Linienflug zurücklegt, fallen 255 g CO₂ an. Auf Schiene ist der entsprechende Wert mit 47 g weniger als ein Viertel davon.

Auch beim Güterverkehr spielt die Eisenbahn eine signifikante Rolle. Ein einziger Güterzug kann 53 LKWs ersetzen und so einen wichtigen Beitrag leisten, die Straßen zu entlasten und dem Transportsektor zu mehr Nachhaltigkeit zu verhelfen.

Das System Bahn ist ein Hoffnungsträger in der Dekarbonisierung von Mobilität. Je mehr Menschen mit der Bahn reisen und je mehr Fracht auf Schiene transportiert wird, umso schneller gelangen die weltweit ausgerufenen Klimaziele in greifbare Nähe.

Ambitionierte Investitionsprogramme, die den Ausbau des Systems Bahn vorantreiben, sind eine Folge davon. Beispielsweise hat die US-Regierung im November 2021 Investitionen von mehr als USD 60 Milliarden in die Bahninfrastruktur beschlossen, um diese attraktiver zu gestalten und mehr Verkehr auf Schiene zu bringen. In der EU hat die Europäische Kommission das Jahr 2021 zum Year of Rail ausgerufen und zahlreiche Initiativen gestartet, die den Ausbau und die Modernisierung des Bahnsektors unterstützen.

Weltweit gibt es ähnliche Aktivitäten, die öffentliche Investitionen in das Bahnwesen auslösen.

Andererseits werden selbst dem klimafreundlichen Verkehrsträger Bahn vielerorts strengere Regeln auferlegt und Investitionen oft an Bedingungen geknüpft.

Auch wenn viele Strecken heute schon elektrifiziert sind und der operative Betrieb dort theoretisch CO₂-neutral bestritten werden kann, werden bei Bau und Instandhaltung der Bahninfrastruktur traditionell vorwiegend Maschinen mit Verbrennungsmotoren eingesetzt.

Diese sollen immer öfter durch Maschinen mit alternativer Antriebstechnik ersetzt werden, die einen geringeren CO₂-Ausstoß verursachen, wodurch der Footprint des gesamten Eisenbahnsystems gesenkt wird. In vielen Ländern wird dieser Aspekt schon heute gesetzlich oder regulatorisch adressiert – Europa ist hier in einer führenden Rolle. Länder wie Frankreich, Deutschland, Österreich oder das Vereinigte Königreich haben konkrete Ziele für Reduktionen im Bahnsektor. In der Schweiz und Norwegen geht man noch einen Schritt weiter – hier gibt es Emissionsvorgaben für Bahnbaumaschinen.

Unser Beitrag für eine nachhaltige Mobilität – auf Schiene!

Seit 1953 prägen wir das System Bahn und haben fast 17.000 Maschinen in 109 Länder geliefert. Wir sind stolz darauf, unseren Teil zu einem starken System Bahn beizutragen und dem nachhaltigsten, umweltfreundlichsten und sichersten Verkehrsmittel zum Erfolg zu verhelfen.

Innovations- und Digitalisierungsthemen sind uns ein Anliegen und wir forschen weiter, um uns dem Klimawandel und neuen Anforderungen zu stellen. Als Partner von Eisenbahngesellschaften, Infrastrukturbetreibern und Bauunternehmen liefern wir weltweit unsere Technologien in höchster Qualität und ermöglichen den reibungslosen Bahnverkehr – damit Passagiere und Güter sicher und zeitgerecht an ihr Ziel kommen!

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